Septiembre 2021

Para Estela, él día comienza a las 4:30 de la madrugada. El silencio a esa hora, paradójicamente, es ensordecedor. Mientras en casa todos duermen, ella comienza su labor diaria. Se levanta tratando de no despertar a su nieta que duerme con ella en la misma cama. En la otra habitación duerme su hija.

La casa de Estela es humilde, con paredes de bloques, techos de acerolit y en el momento que la construyó pudo poner cableado de electricidad y tuberías a todas las partes de la casa que lo requerían. Hoy eso no sería posible, ella lo sabe muy bien porque desde hace más de un año no ha podido reparar el tubo roto que drena el desagüe de su cocina. Estela, como muchas mujeres en Venezuela, es madre soltera. Ha trabajado desde los 14 años limpiando casas. Con el salario que recibía hace 25 años podía alquilar una pequeña pieza en la que vivía con sus tres hijos y luego de muchos sacrificios pudo comprar un terreno en una zona rural dentro de la ciudad de Mérida en el que, al cabo de unos años, construyó su humilde casa.

Hace unos años, su día no iniciaba tan temprano, pero ahora, a pesar de que tiene casi 70 años, debe trabajar más que nunca.

Desde antes de la pandemia, el servicio de gas doméstico había dejado de llegar a su zona. Viviendo en una comunidad aislada de la ciudad, la escasez de gasolina había hecho que el flete del camión que transporta las bombonas fuese impagable para la mayoría de los que habitan allí.

Dariela*, la hija de Estela ha sido asmática desde pequeña. Debido a su condición hay muchas actividades que no puede realizar con regularidad. Madre de dos niños pequeños, ha optado por desempeñarse como comerciante desde su casa, de esta manera puede dar un ingreso extra a su hogar y cuidar a sus hijos al mismo tiempo. Dariela* vende cigarrillos, verduras y recarga saldo telefónico. Durante un tiempo ayudó a su madre en su trabajo de limpieza de casas, sin embargo, los aromas de los limpiadores le provocaban crisis asmáticas que debían ser atendidas clínicamente y tuvo que dejar de hacerlo. Condiciones como el frío, la humedad, el polvo, los químicos con olores fuertes o el humo, pueden hacer que su condición se manifieste de manera agresiva.

Sumado a esto, la escasez de gasolina ha disminuido el transporte público hacia y desde la comunidad donde viven Estela y Dariela. Ubicado en una pequeña montaña a unos veinte minutos en rústico desde la ciudad, Dariela con su condición asmática no puede darse el lujo de caminar ese trayecto diariamente, para evitarle un problema de salud que no pueden atender, Estela es quien debe hacer tanto los oficios de limpieza, para tener ingresos seguros semanales. como también las compras de la mercancía que vende Dariela.

Es por esto que el día de Estela comienza tan temprano. Desde las 4:30 a.m. debe prepararse para montar un fogón en el cual preparar la comida del día para toda la casa. Debido a los costos en dólares, ha sido imposible para ellas adquirir una cocina eléctrica que pueda sustituir la de gas en casa. Como muchas personas en la periferia de la ciudad, – y dentro de ella-, han tenido que recurrir a la tala de árboles para improvisar fogones en los pequeños espacios que sus hogares le permiten.

Es como si volviéramos a la época de antes– dice Estela cuando habla sobre cocinar en fogones. – En el pueblo hacíamos eso, pero cuando yo estaba niña, y gracias a Dios que aprendí a hacer eso de chiquita, si no, ahorita no sé cómo estaría haciendo…-

El impacto de esta práctica aun no se ha estimado con certeza, sin embargo, estudios periodísticos apuntan a que cada vez más zonas del estado Mérida son participes de este ecocidio.

Economizar el consumo de gas y rendirlo al máximo no solo fue mermando la calidad de vida de la familia de Estela, sino que también comenzó a afectar gravemente la salud de su núcleo familiar y sus vecinos.

A pesar de los conflictos que tiene con su vecino Enrique*, Estela continúa cocinando con leña. Enrique vive a unos metros de la casa de Estela, su vivienda está ubicada en un terreno superior porque ambos viven en la ladera de una montaña. Cada vez que Estela prende el fogón, inevitablemente el humo entra a su casa. No son pocas las discusiones que ambos han tenido por esta situación, sin embargo, la solución parece estar fuera del alcance de las manos de ellos.

Como vecinos, se han unido para protestar por la escasez de gas doméstico, cerrando el paso de tránsito vehicular y enviando comunicados a través de periodistas, sin embargo, las medidas tomadas por los entes que controlan la distribución de gas doméstico han sido insuficientes. El Consejo Comunal de la zona, organización vecinal establecida por el gobierno socialista, ha tramitado distintos operativos en el lugar para que los vecinos puedan obtener gas doméstico, pero al encontrarse en la periferia de la ciudad, el costo de traslado hace que sea imposible para la mayoría cancelar el pago.

Enrique trabaja como mototaxista, gracias a su trabajo constante podía mantener a su familia, sin embargo, desde que la escasez de gasolina comenzó a impactar a toda Venezuela alrededor del 2019 y sumado a la hiperinflación que comenzó a finales de 2017, el trabajo de Enrique se ha visto mermado.

Antes de todo esto, tenía clientela fija y podía trabajar 10h diarias para brindarle cuidados a su familia. Su hijo, Martín* tiene 20 años y tuvo que abandonar los estudios universitarios de ingeniería a finales de 2018 para trabajar a tiempo completo y ayudar a su familia. Martín comenzó a trabajar haciendo pequeñas tareas en internet y reparando diferentes aparatos eléctricos y electrónicos. El apagón general en el país durante marzo de 2019 marcó un precedente pues a partir de allí, su actividad económica se vino abajo, ya que los frecuentes apagones eléctricos que podían durar entre 2 y 8 horas por día impedían que pudiera desempeñar su trabajo con la frecuencia necesaria para ayudar a su familia. A finales de 2020, en vista de que la situación económica y laboral no mejoraba, y con los riesgos sanitarios de la pandemia, Martín se fue a Colombia en busca de una vida mejor que le permita ayudar a sus familiares en Venezuela.

Estela ha tomado la decisión de dedicar los domingos a sembrar un huerto en su terreno que le permita complementar la alimentación diaria de su familia, a pesar de que Dariela la ayuda, debido a su condición no puede esforzarse mucho físicamente. Sin un día de descanso en la semana, Estela aprovecha las horas de la noche para pasar el tiempo con su familia y encargarse de la limpieza de su hogar. Si el servicio eléctrico lo permite, se reúnen las cuatro frente al televisor para ver algún programa y compartir en familia. Esto es una actividad excepcional que solo sucede un par de días a la semana puesto que generalmente en su parroquia, a esa hora no hay servicio eléctrico. Enrique ha tenido que solidarizarse con Estela y su familia y permitir que cocine una vez al día en leña, es el acuerdo al que han llegado para poder mantener la paz como vecinos. En algunas ocasiones, Enrique, en vista de la falta de electricidad ha tenido que pedirle ayuda a Estela para cocinar sus alimentos en el fogón.

La escasez de servicios públicos afecta a todos por igual en Venezuela. Las fallas en la distribución de gas doméstico y combustible no solo obedecen a problemas estructurales que se han desatendido durante años sino también, la hiperinflación que merma el poder adquisitivo de los ciudadanos, hace que sea cada vez más difícil para ellos no solo mejorar sus condiciones de vida sino sobrevivir.

Referencias:

Escasez de Gas Doméstico
https://observatoriodeviolencia.org.ve/news/meridenos-reclaman-por-colapso-de-servicios-publicos/
https://transparencia.org.ve/project/gas-domestico-una-preocupacion-mas-para-los-meridenos/
https://www.caraotadigital.net/nacionales/ecocidio-escasez-de-gas-domestico-en-merida-impulsa-la-tala-para-convertir-arboles-en-lena

Escasez de combustible
https://provea.org/actualidad/falta-de-combustible-en-merida-pone-en-riesgo-la-seguridad-alimentaria-del-pais/#:~:text=Especial%20%7C%20Paula%20Rangel%20Barroeta.,confinamiento%20por%20la%20Covid%2D19.

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