Zulia, el caluroso estado petrolero que vive en sequía

Mariela Nava @navamarielaFotos: Mariela Nava 

Agosto 2022

Francisco Fonseca, un estudiante universitario de Maracaibo, camina una hora dos veces por semana para conseguir agua dulce en una granja que está a dos kilómetros de su residencia ubicada en el barrio Santa Fe, parroquia Los Cortijos del municipio San Francisco. Por tres bolívares, alquila una carreta donde caben tres pipas de 200 litros cada una, para abastecer su grupo familiar de cuatro adultos y dos niños.

Dice que su cuñado lo ayuda a empujar la carreta por la polvorienta calle, solo sería imposible mover todo ese peso. “A veces tenemos que ir dos o tres veces al día porque otras familias nos piden el favor de llenarle sus pipotes”, dijo.

Tener agua en Maracaibo es un lujo fuera del alcance de muchos. Con temperaturas que oscilan entre 36 y 40 grados centígrados, la capital del estado Zulia es comparado por sus habitantes con un horno en el que el agua es la única manera de sofocar el calor abrazador que empeora con los apagones eléctricos que no han cesado en el occidente venezolano y que pueden prolongarse hasta por tres días si hay averías en transformadores, guayas o postes.

“Nosotros nunca hemos tenido agua por tubería, parece que Hidrolago se olvidó de nosotros. Por eso desde que se constituyó esta comunidad se construyeron dos pozos artesanales para abastecer a 330 familias, es agua salada que solo podemos usar para bañarnos, lavar ropa y limpiar la casa”, dijo Francisco.

Otra opción que tienen los habitantes de Los Cortijos, al sur de la ciudad, es comprar por pipa a los camiones cisternas. “Esta comunidad es muy pobre, no todo el mundo tiene un dólar o seis bolívares en efectivo para pagarle al camión, por eso preferimos ir a las granjas. Pareciera que nos quedamos en la edad media, somos esclavos del agua”, lamentó el estudiante.

 

Fuente de trabajo

Con la llegada de la pandemia el servicio de agua por tubería se agudizó en la capital zuliana, hubo sectores que no recibieron el servicio por más de dos meses. Según el Observatorio de Servicios Públicos de Venezuela (OVSP), para noviembre de 2020, 15% de los marabinos encuestados no recibieron el servicio. 31,2% se vieron obligados a comprar agua en botellón, mientras que el 69,5% recibió agua sucia y maloliente.

El informe del OVSP correspondiente a mayo de 2022, reveló que 82,4% de los marabinos evalúa de manera negativa el suministro. Se estima que 46,7% de los ciudadanos deben buscar agua en otros lugares, como lo hace la comunidad de Francisco.

Las fallas en el suministro, irónicamente, les ha dado trabajo a los marabinos, pues cada vez son más los carretilleros que ofrecen agua por menor costo que un camión cisterna. “Cuando comenzó la pandemia había 25 agüeros en el barrio, ahora quedan 12. Ellos ayudan a la gente”, dijo el joven.

La oferta de los vendedores ambulantes es de cuatro bolívares por una pipa de 200 litros de agua salobre y cinco bolívares por una de agua dulce. La procedencia de esa agua es la misma, las granjas cercanas de la zona. “Si la gente va a pedir agua se la regalan, pero como nosotros la vendemos, en la granja nos cobran tres bolívares por cuatro viajes, y así todos nos ayudamos. A veces la gente no tiene con qué pagar y aceptamos productos, porque al fin y al cabo esto lo hacemos para comer”, dijo uno de los vendedores informales.

Hacen milagros

En el caso de las zonas residenciales de la ciudad, los jefes de condominio han reducido el bombeo de agua a una hora cada tres días para que pueda rendir. Ender Pérez es el encargado de los tanques de su edificio en el sector Pomona. “Aquí llega agua cada 20 días por 24 horas o un poco más. Generalmente llega oliendo mal o sucia, pero así la usamos porque no hay de otra. Podría decir que desde la crisis que tuvimos con la llegada de la pandemia, el servicio ha mejorado 10%”.

Los vecinos aseguran que el agua que reciben no es tratada correctamente, por lo que deben comprar de cuatro a seis botellones de 20 litros al día para el consumo, dependiendo de la cantidad de integrantes de la familia, esto se convierte en una renta mensual de 25 dólares aproximadamente por grupo familiar.

“Aquí más nunca llegó el agua”, exclama María Fuenmayor, habitante de residencias El Soler del municipio San Francisco. La mujer asegura que en su caso el gasto es doble. “Hace más de un año que compramos agua de cisterna para las cosas de la casa y de botellón para tomar y cocinar, total que gastamos 40 dólares mensuales en agua. Antes llenábamos dos tanques por nueve dólares pero ya el bolsillo no aguanta, así que llenamos uno solo de cinco pipas en cinco dólares y eso nos dura una semana”.

Los vecinos de otros lotes de la residencia sureña han resuelto pagando 40 dólares a albañiles de la zona para hacer lo que han denominado minipozos que consisten en romper el pavimento en busca de la tubería principal del sector de donde posteriormente conecta un tubo que va directo a la residencia. “Lo que pasa es que las tuberías se dañaron y solo a unos pocos les llega agua de hidrolago, el resto tenemos que sobrevivir como podamos”, sentenció la mujer que suma a sus gastos nueve dólares para la compra de una bombona de gas doméstico.

El estado Zulia tiene tres principales fuentes de abastecimiento de agua para el área metropolitana. Los embalses Tres Ríos, Manuelote y Tulé. Los ríos responsables de su alimentación son Cachirí, Socuy y Palmar. Según los expertos la falta de vigilancia por parte del gobierno nacional de estas cuencas, han provocado el 70% de su deforestación, por lo que al haber época de lluvia el sedimento arrastrado va a parar a los embalses y de ahí a las plantas de tratamiento.

Agua sucia

“Generalmente pasamos dos semanas sin agua, y cuando viene llega marrón”, dijo Ricardo Rodríguez, habitante del sector Pueblo Nuevo al norte de Maracaibo. La comunidad construyó un pozo artesanal que beneficia a 12 familias para paliar la crisis hídrica que se siente en esta zona de la ciudad, sin embargo, eso no garantiza que el recurso sea potable.

Según la estadística de la gestión anterior de la Secretaría de Acuíferos del estado Zulia, en el municipio San Francisco hay 19 pozos artesanales y ocho en Maracaibo. Se estima que la cifra de perforaciones clandestinas supera los 100 en ambos municipios.

Los zulianos han optado por usar papeletas de alumbre o pastillas potabilizadoras, que se comercializan hasta por cinco dólares, para bajar la turbidez del agua que entra a sus hogares.

Otro de los negocios que han proliferado son las ventas de agua en botellón. Ronaldo Vílchez, dueño de un establecimiento, dijo que semanalmente recarga más de mil botellones con agua potable. “Compramos agua a un camión cisterna en específico y además tenemos la inspección de especialistas de la Universidad del Zulia para verificar que nuestra agua es óptima. El agua que vendo pasa por dos filtros y una lámpara de luz ultravioleta”, aseguró el comerciante.

Salud en riesgo

La falta de agua no solo se siente en los hogares marabinos, también afecta otros sectores como los centros de diálisis de la región . Tal es el caso del Centro de Diálisis de Occidente (CDO). Lino López, esposo de María, una paciente renal desde hace más de 10 años, dijo que los pacientes dejan de recibir tratamiento al menos una vez a la semana por falta de agua.

“Tenemos que recoger entre los pacientes hasta 35 dólares semanales para que solo dos turnos del centro de diálisis puedan recibir tratamiento, pero eso no es todo, cuando deberían recibir mínimo tres horas de diálisis, la falta de agua ha disminuido el tiempo en máquina a dos horas. Nuestros familiares están mal dializados por eso cada día su salud es peor, porque no se eliminan por completo las toxinas, se están muriendo”, lamentó.

El Centro de diálisis requiere la carga de dos camiones cisterna para cumplir con el tratamiento completo de 50 pacientes.

Mientras los zulianos siguen padeciendo por la crisis de los servicios de agua potable y electricidad, la dirección de Hidrolago a cargo del ingeniero Freddy Rodríguez, se niega a conceder entrevistas a los medios de comunicación locales para esclarecer la situación.